HIELO SECO
Como el hielo seco quedaste: humeante y de apariencia acalorada, sin embargo, helado y vacío hacia dentro. En ese frío interior (carente de pasión alguna), que espera ser derretido y destruido, has venido a depositarte. Calentando torrentes, y colocando gnomos a bailar entre venas y tejidos; comes, muerdes, lames y destrozas todo aquello que ves entre la nada; poco a poco el hielo seco se humedece, sangra negro, y comienza a padecer la consecuencia de tu ausencia.
Lo sencillo se torna complicado, de igual manera, el goce se transforma en culpa, mientras lo placentero, a su vez, en dolor. Dime hielo seco: ¿tú en qué te convertirás?, ¿serás aluvión de mayo o gota de grifo no reparado?, háblame… una rosa en el tobillo te va derritiendo y no te das cuenta.
Deja tu envoltura y aprovecha que de una vez por todas se ha derretido aquello que mantenía los brazos aferrados a las costillas. Dibuja círculos con tu cabeza… una y otra vez, una y otra vez… Siente el juego perfecto de tus articulaciones… escucha, por primera vez, el crujido que hacen tus huesos al chocar uno con otro. Roza, hielo seco, la suavidad del otro cuerpo. Ya tus dedos, separados los unos de los otros, son libres de tocar; de tomar bruscamente o hasta de deslizarse sobre la seda lisa del servicio prepagado…”Son dos: el miembro de la compañía y la compañía misma que espera ser penetrada. Son dos: tu hueco interior, y el camisón rosado de la chica con lentes…”
Aparece un cerebro, una médula y un sin fin de terminaciones nerviosas; ya comienzas a sentir sobre qué se desliza la punta de tu dedo medio… sí, esa protuberancia humedecida, bañada en aquella viscosidad característica. Tu pabellón se abre, y ya las ondas penetran lo más profundo de tus oídos. ¿Escuchas aquel gesto de cortesía disfrazado de inocencia?, ¿qué ocurre con tus ojos que no se abren aun para ver aquel disfraz?
“Son dos: el miembro de la compañía y la compañía misma que espera ser penetrada. Son dos: tu hueco interior, y el camisón rosado de la chica con lentes…”. Gnomos y sapos saltarines se divierten, chapotean y se revuelcan sobre la sangre fría del hielo medio seco. Aquel que una vez fue cubo ya no es. Aquel sintió su cuerpo… sintió su cuerpo en otro cuerpo… aquel, un día seco, explotó, y con sus brazos, manos y dedos recién nacidos, tomó el martillo que se encontraba en la esquina para con él triturarse a sí mismo…
Poco a poco ya no queda hielo seco, sangró y desangra negro mientras… ¿era aquello hielo seco?
A.M.A.
No hay comentarios:
Publicar un comentario